lunes, septiembre 26, 2005

De castaño a oscuro

Hoy ha sido el día de la fecha de lanzamiento del nuevo álbum de HIM. Y cómo no, en Frío de Verano no podíamos pasar por alto semejante acontecimiento con tal de ofrecerles el correspondiente review.
Tal vez no ha sido como una de esas esperas de antaño, cargadas de interés y avidez por descubrir el nuevo material que se nos ofrece, en parte gracias a este engendro que ahora mismo me está haciendo comprobar cuán prometedor resulta el inminente lanzamiento de Depeche Mode.
Pero ahora mismo no vamos a ocuparnos del grupo de culto más mainstream del panorama, sino de la banda finlandesa liderada por Ville Valo, una suerte de "Mini Yo" del Príncipe de las Tinieblas.
Tras el espléndido e inquietante disco rosa y como diría algún que otro erudito en materia musical, con HIM sabes a lo que vas.
Y así fue, los dos últimos discos de los escandinavos fueron a mi modesto entender un mero ejercicio de repetición con alguna que otra canción a destacar y el resto de relleno. Y así durante cinco años. Sota, caballo y rey.
Su flamante obra “Dark Light” no es que los lleve a ser considerados como visionarios del rock, pero denota algo más de frescura que sus anteriores y acartonadas composiciones.
Si bien habría que reprocharles que a pesar de autoencasillarse en un género que de por sí no da mucho lugar a la innovación y que en su día ellos mismos acuñaron como “Love Metal”, sus canciones siguen siendo calcos entre sí y recaen en una espiral de redundancia que en ocasiones convierten la escucha en monótona.
Dentro de ese particular libro de estilo donde convergen elementos pop, el hard rock más digerible y cierto poso gótico, Guillermito Luz y compañía siguen desplegando dramatismo interpretativo, tal vez por apoyar el denso y melancólico discurso de su obra.
Centrándonos exclusivamente en esta última entrega, nos encontramos con cuatro primeras canciones de escucha liviana con su sello característico que elevan el clima hasta hacerlo caer significativamente con “Dark Light”, la pieza que titula el álbum. Una balada vulgar que bien podría haber sido firmada por cualquier grupo de AOR de los que suelen aparecer en recopilatorios tipo “Burning Heart” (¡llama ahora!).
El resto del disco discurre entre el rock melódico de tradición clásica, no sin cierto ademán preciosista y apocalíptico.
A imagen, semejanza, gusto y medida, supongo, del ambiguo frontman de la banda. Atormentado (o no) personaje que en su día, una legión de adolescentes (más bien adolescentas) iconizaron en pro de su goticidad y enigmática presencia. Coqueteando así, a su manera, con el lado oscuro y peligroso de la vida. Juventud, divino tesoro.
Cabría destacar por último, el título que cierra el disco: “In The Nightside Of Eden”, como tema más elaborado de esta colección de canciones.
En él y a lo largo de casi seis minutos conviven un delicado y atmosférico piano que lejos de la brillantez de “Join Me (In Death)”, dota de más densidad si cabe al ya de por sí opresivo enjambre de guitarras que apuntalan el esqueleto rítmico de la canción, única concesión siniestra del álbum. Si es que algún día HIM fueron siniestros, claro.
Dejémoslo en rockeros glam con velados matices siniestrillos y ya que estamos de nota final les damos… mmmm: ¡Venga, un 6!.

domingo, septiembre 18, 2005

vs.

Grandes pugnas se han dado lugar a lo largo de la historia del rock, y hoy mi intención es ahondar mucho más allá del ya manido tópico Beatles contra Stones.
Enfrentamiento del que, por otra parte tan sólo he tenido constancia directa a través de mi familia, en cuyo núcleo en su día hubo militantes a lado y lado.
En esa ocasión no llegó nunca la sangre al río, nada más faltaría. Por eso mismo pasaremos a ocuparnos de otros casos en los que aparte de la rivalidad intrínseca, cabría añadirle cierto componente escabrosillo.
Empezaremos remontándonos a principios de la pasada década, época de auge para las hoy llamadas “boy bands”.
New Kids on The Block revolucionaron las aulas de primaria y alguna que otra hormona pubescente alrededor del mundo. Tuvieron los estadounidenses un reinado sin discusión hasta que sus homólogos británicos Take That (todos tenemos un pasado, Robbie Williams) irrumpieron en el mercado discográfico con exactamente su misma propuesta.
Por lo que respecta a los interesados nunca hubo declaraciones cruzadas de ningún tipo, simplemente NKOTB sucumbieron por cuestiones meramente generacionales.
De hecho, siempre que ha aparecido en el panorama musical alguna banda cuyos miembros se hacen llamar “boys”, “girls” o “kids” la he relacionado inmediatamente con la palabra “fracaso” debido a que dichos calificativos están asociados a roles eventuales. Y la eventualidad y el éxito yendo de la mano ya se sabe, pueden ser compatibles pero difícilmente provechosos a ningún nivel.
Dicho de otra forma: ¿No sugiere acaso patetismo imaginarse a esos “boys” o “kids” ejecutando coreografías de a cinco a la edad de setenta años luciendo calva y dentadura?. Lo que otrora exaltara jovialidad y dinamismo se convertiría en catalizador de mofa y despropósito. No es viable, y punto.
Hecho este inciso retomaremos el hilo de la confrontación NKOTB vs Take That muy al margen de los obviamente implicados. Recuerdo haber sido testigo que la “batalla” se libró entre otras, en las calles de mi ciudad.
Decenas de fans (generalmente femeninas) de unos y otros se convocaban sábado tras sábado en las inmediaciones del Corte Inglés de Plaza Catalunya con la intención de manifestar fervor incondicional por los unos y odio visceral por los otros a base, incluso, de llantos e histerismos si era menester. "Teenage angst", que dirían mis bien considerados Placebo.
Con el paso de no mucho tiempo Take That llegaron a su declive y casi de forma paralela a éste, la explosión del brit pop.
Los dos buques insignia del movimiento, Blur y Oasis, sí que fueron protagonistas en primera persona de un largo enfrentamiento que llenó páginas y páginas en los tabloides británicos. Y además grababan discos.
Por aquel entonces la batalla quedó en tablas y actualmente podría decirse que el tiempo no dio la razón ni a los gañanes y lenguaraces hermanos Gallagher ni al pijo de Damon Albarn y su impasible comparsa. Bien está lo que bien acaba.
Hecho este recorrido acerca de las rivalidades más encarnizadas de los últimos tiempos (disculpenme si obvio a Los Chichos vs Los Chunguitos en el caso de haber sido rivales en algún momento pero ustedes verán, el folklore marginal no es algo de lo que gusto documentarme. Quién sabe, un mundo por descubrir) pasaremos a hablar de comparaciones.
Personalmente me da mucha rabia oír expresiones tales como “la Britney Spears española”.
Quizás el complejo de inferioridad en el ámbito musical que arrastra España lleva a muchos a crear paralelismos donde no los hay o simplemente al comprometedor e incómodo ejercicio que es comparar.
Discutibles dicotomías han quedado primero para la estupefacción, luego para el análisis. He aquí unas cuantas.
¿Es Miguel Bosé el David Bowie español o se muere de ganas de serlo?. Yo apuesto por lo segundo.
¿Nacho Cano el Mike Oldfield español?. Que no se moleste, ser comparado con Mike Oldfield hoy día es un dudoso honor, así que mejor que el señor Cano siga tan mal como de costumbre, pero en su línea.
¿Marta Sánchez la Madonna española?. ¿Aparte de clonar el tono de su Farmatint, en qué logró Marta emular con éxito a la diva italoamericana?.
Ya puestos ¿Cabría un paralelismo o punto de encuentro entre las trayectorias de Los Pecos y Modern Talking?. Tal vez: Uno moreno y otro rubio, entonando sus respectivas tonadillas a dúo… Puede que sí, puede que no.
Como en toda regla siempre hay excepciones, en este caso la responsabilidad recae en la persona de Enrique Bunbury.
Tal es su abanico de cualidades y registros (ora rockero apocalíptico, ora maestro de ceremonias vodevilesco) que de ponderar su idiosincrasia, no cabría nada más que enaltecerla como encarnación de Raphael (el auténtico) en el siglo XXI. Los mismos giros histriónicos, la misma exhuberancia gutural. ¿Se imaginan un dúo Bunbury – Rocío Jurado?. ¿Y un especial Nochebuena “Los villancicos de Enrique” en TVE?.
Entrañable, ¿no creen?.

sábado, septiembre 17, 2005

Què cosas

Ayer fui por primera vez en mi vida al dentista y yo no se si fue por la anestesia pero volviendo a casa, en ferrocarils y plena hora punta, me dio un tremendo ataque de risa leyendo esa publicación gratuita llamada "Què", la misma que nos regala tapas tan sugerentes como 8 tornados y 98.000 rayos en Barcelona. En esta ocasión el tema iba de frases celebres y ya sé que en un momento dado uno puede decir cualquier cosa pero lo bueno es cuando lo dicen los demás.

"Me encanta como escribe Vargas Llosa, aunque nunca he tenido la ocasión de leerle"
Sofía Mazagatos - modelo (número una absoluta, también autora del famoso "me gustan los toreros que están en el candelabro")

"Soy mayor pero tampoco del parque jurídico"
Carmen Sevilla - presentadora

"¿Donde se celebra este año el festival de Cannes?"
Christina Aguilera - singer

"Estoy que no salgo de mi apoteosis"
Norma Duval - vedette

"Le dio un simposium de corazón"
Isabel pantoja - cantante

"Llovía mucho, parecía el danubio universal"
Rocio Jurado - cantante

"Qué calor, qué soborno"
Yola Berrocal - y bueno...

jueves, septiembre 08, 2005

Cockney pride

Llegado a España el auge de las telenovelas a finales de los 80, y ante la inexistencia de seriales de producción propia, quienes ya entonces éramos televidentes, sufrimos un severo marcaje mayormente a cuenta de culebrones iberoamericanos.
Fue posterior la llegada de las soap operas a nuestras pantallas. Llamadas así debido a que en la televisión estadounidense de los años 50 dichas producciones estaban financiadas por empresas de productos de limpieza.
Eran estos culebrones primigenios simples recreaciones de sus antecesoras, fotonovelas y radionovelas. La fórmula funcionó y desde entonces a nuestros días.
Si no hace mucho en Frío de Verano nos referimos, aunque muy por encima, al culebrón australiano "Neighbours", no podríamos para nada obviar a la telenovela de la BBC "Eastenders".
Todavía vigente tras veinte años de emisión initerrumpida, no es, sin embargo la soap opera más longeva del panorama televisivo. El listón de "Coronation Street" , de la cadena ITV, tras cuarenta y cuatro años en antena está aún por superar.
Pero no fue el devenir cotidiano de los vecinos de esta calle de Manchester el que caló hondo en los telespectadores catalanes. Ya que a mediados de los 90 la cadena autonómica TV3 quiso volver a apuntarse el tanto del éxito que obtuvo con "Eastenders" al emitir escasamente una temporada de la serie, que obtuvo una discreta cuota de audiencia.
Rebautizada su rival "Eastenders" como "Gent del barri", aterrizó durante 1987 con dos temporadas de retraso.
No obstante, TV3 ("la teva", así rezaba el slogan) emitió el serial desde el principio asegurándose así no pocos incondicionales en la franja horaria de la sobremesa.
No relataba las intangibles vicisitudes de las grandes sagas de las teleseries de lujo y poder como Dallas, Dinastía y Falcon Crest (sí, ahora también en City TV para los muy nostálgicos) ni los tórridos y pasionales romances de la más genuína tradición venezolana. Tal vez por ese motivo no cayó en el estereotipo folletinesco y claramente despectivo en el que estaban por aquel entonces encasilladas las anteriormente referidas.
No susceptible por naturaleza a ser comparada con el producto nacional, si bien cabe advertir que todo paralelismo no procede.
Desengáñense y dejen de leer si creen que, por ejemplo, "Los Serrano" es una adaptación castiza del caso que nos ocupa.
Nada que ver, estamos simplemente ante un reflejo sin artificios (a veces irónico, a veces hiperrealista) de usos y costumbres de la sociedad. Británica, sí. ¿Pero no es acaso el comadreo un valor universal?. Ya ven. Tan lejos, tan cerca.
Escudada en gran parte por la solvencia interpretativa de su elenco (a quienes supongo contratados en modalidad vitalicia) discurría a lo largo de cientos de capítulos este gran drama contemporáneo entre encarnizadas rivalidades de clanes, amores furtivos, personajes de turbio pasado y dudosa moralidad, secretos inconfesables, rencillas irreconciliables, traiciones, infidelidades, extorsiones de medio pelo, economías precarias, paternidades cuestionadas y demás desencuentros.
Tragedias de mesa camilla, al fin y al cabo, que se veían amplificadas por el encanto de su cotidianidad. Costumbrismo kitsch, lo llamaría yo.
Fieles exponentes de esta corriente serían el binomio Dot Cotton - Ethel Skinner, o lo que es lo mismo, la quintaesencia de Walford. El barrio londinense donde se desarrolla el hilo argumental.
Entrañables señoras octogenarias típicamente inglesas, ambas dos con una existencia plagada de fatalidades y sinsabores que han ido sorteando a golpe de cotilleo y corrillo vecinal dando vidilla a la fauna endémica de Albert Square. Y que no decaiga.
A pesar de que buena parte de la acción está rodada en exteriores cabe destacar también la escenografía y el atrezzo, impagables.
Emblemático es ya el Queen Victoria, mugriento pub regentado por la familia Watts, donde al final del día solían reunirse todos los personajes a ventilar sus penas y alegrías. ¿O tal vez a gestar conspiraciones y trifulcas con los que mantenernos en vilo hasta el día siguiente?. Quién sabe...
La casa de la familia Beale, ese gran matriarcado azotado por desgracias tales como un hijo seropositivo, una hija mal casada con un mega-loser y convertida en madre adolescente merced al padre de su mejor amiga, un marido pusilánime y adúltero confeso a la vez, y un hermano inexplicablemente atropellado por un autobús.
Irrepetibles momentos de llanto y tensión fueron los vividos en el salón comedor de los Beale, pero inasequible al desasosiego emergía cual cetro desde la mesa una tremenda tetera enfundada en una especie de poncho de lana decorado con motivos florales. Ostentaba una borla como remate de la pieza. Y créanme, era capaz de herir todo criterio estético posible.
Qué decir de Roly, el espantoso caniche gigante de los Watts. Grandes batallas domésticas se libraron en la trastienda del Queen Vic, pero ni la más atroz de las mismas logró alterarle mínimamente el gesto y los ademanes.
Por último sólo queda escuchar a los Smiths para aderezar la mezcla. Que aproveche.

miércoles, septiembre 07, 2005

Vale, ya me quedo más tranquila

Booooredom.
You are very very bored. Maybe you should get off
the computer and call some friends, make some
plans. Perhaps you will amount to something
someday, or perhaps not.


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