lunes, diciembre 12, 2005

Lucy in the sky with Prozac

Pues sí, Lucía Etxebarría no iba a ser menos y “se ha puesto” un blog de esos.
Tal vez no es una noticia de alcance y ni siquiera es reciente, pero sí lo es para mí.
Ustedes se preguntarán que tiene para mí de noticioso y / o sorpresivo este hecho, he aquí la cuestión:
Petimetre de mi, no soy conocedora de la mayor parte de su obra. Pero siempre me ha resultado cuanto menos chocante la inclusión de una serie de sentencias en su prosa que a mi modesto entender, le confieren cierto carácter desconcertante, por así decirlo.
Aquí van unas cuantas, en orden arbitrario:

“… Paseábamos cogidas de la mano y todos los peatones nos dirigían miradas de soslayo. En parte, porque les resultaba chocante la imagen de dos chicas paseando enlazadas. En parte, porque las dos éramos jóvenes y guapas y daba gusto mirarnos…”

“…Le expliqué que en España el naranja era el color de las bombonas de gas. Él me explicó que lo llevaba porque era el color de Detroit, de la música industrial, del techno, y porque, qué narices, a él le gustaba…”

“…Él hacía flexiones y yo puentes. Arriba, abajo, arriba, abajo…”

“…Después yacer el uno al lado del otro, exhaustos pero no ahítos, perlados de sudor, el silencio punteado por nuestros jadeos agitados. Intentar recuperar el aire, boqueando como una lubina recién pescada…”

“…Ella me contestó con voz tranquilizadora que no debía preocuparme, que en seguida avisaban al doctor. Volví corriendo al comedor. Mi madre yacía sobre la alfombra agitándose como una lubina recién pescada…”

“… Aposentó su infinitamente ancho trasero sobre el infinitamente ancho sofá de Raquel (los sofás viejos tienen eso, ya se sabe), y se hundió en él, deslizándose hacia el fondo como quien se sumerge en un lago, mientras su celulitis se tambaleaba como el Imperio Romano ante los cristianos…”

“… Y se convirtió, a partir del momento en el que acomodó en el sofá sus sesenta y tantos kilos de temeridad, en una ansiosa Venus prehistórica dominada por unos ancestrales ímpetus de bacante…”

“… Vivo en el bloque C, en el segundo C. Ce-dos-cé, como la marca de ropa. Es fácil.”

“…Llevó mochilas a la espalda antes de que las usara nadie, cuando eso sólo se veía en Nueva York. Se pasó a Cerrutti cuando las demás todavía iban por Prada. Se tiñó el pelo de platino antes que la propia Linda Evangelista, y se puso pantalones de campana (de Cedosce) cuando imperaba el pitillo. No en vano era la directora de una revista de moda.”
Nunca hubiera pensado que pesar sesenta y tantos kilos fuera propio de paquidermos. Ni tampoco que la respiración jadeante del éxtasis amoroso fuera comparable al resuello propio de un infarto, y aún menos que, a su vez, se pudiera equiparar a una lubina agonizante boqueando. En fin…
Ya por último, una frase de esta entrevista en la que Lucía es preguntada acerca de la importancia que en su vida tiene la literatura:

P.-Juan Manuel de Prada ha declarado que su literatura es más importante que su vida. ¿Para usted también?
R.-No. Mi vida es lo primero, y la literatura es una consecuencia. Si estuviera muerta no escribiría.

Lógica aplastante, una cosa lleva a la otra.