Let’s brunch together!
Esta tarde en el trabajo entre los devaneos del plotter, los inoportunos cuelgues informáticos y una animada conversación surgió como de la nada un tema acerca de un hábito que parece estar muy de moda.
Se trata del brunch, una nueva actividad socio-gastronómica que para ser absolutamente modernos debiéramos incorporar a la mayor brevedad posible en nuestro catálogo de usos y costumbres.
Etimológicamente hablando, diríase que la palabreja proviene de la contracción de las voces inglesas breakfast y lunch.
Se trata del brunch, una nueva actividad socio-gastronómica que para ser absolutamente modernos debiéramos incorporar a la mayor brevedad posible en nuestro catálogo de usos y costumbres.
Etimológicamente hablando, diríase que la palabreja proviene de la contracción de las voces inglesas breakfast y lunch.
Viene a definir lo que es un tentempié de toda la vida, pero gracias al complejo de país subdesarrollado que aun arrastramos y que intentamos paliar a base de utilizar anglicismos de forma indiscriminada, lo del brunch queda más ostentoso y refinado.
La hora indicada para servir este tipo de ágape sería entre las once de la mañana y las tres de la tarde, preferiblemente en domingo. Debe el anfitrión aprovisionarse de alimentos propios de un desayuno y una comida convencional para servirlos conjuntamente.
El ritual consiste en convocar una reunión de carácter informal, fusionar ambas comidas y a ser posible socializar y departir con los comensales.
Puede incluirse tanto bollería, café, leche y cereales como vino, cócteles y platos más elaborados y consistentes (desaconsejamos chicharrones, fabada, lentejas y similares ya que le restarían glamour al evento). En esta interesantísima página explican cómo.
Mi conclusión al respecto es que la fiesta que ofrece Isabel Preysler tras un hipotético desfile en el anuncio de Ferrero Rocher ya fue. Lo más in para los neo ejecutivos de casual friday y para aquéllos que en vez de darse prisa con sus tareas “estimulan su capacidad proactiva”, es el brunch.
La hora indicada para servir este tipo de ágape sería entre las once de la mañana y las tres de la tarde, preferiblemente en domingo. Debe el anfitrión aprovisionarse de alimentos propios de un desayuno y una comida convencional para servirlos conjuntamente.
El ritual consiste en convocar una reunión de carácter informal, fusionar ambas comidas y a ser posible socializar y departir con los comensales.
Puede incluirse tanto bollería, café, leche y cereales como vino, cócteles y platos más elaborados y consistentes (desaconsejamos chicharrones, fabada, lentejas y similares ya que le restarían glamour al evento). En esta interesantísima página explican cómo.
Mi conclusión al respecto es que la fiesta que ofrece Isabel Preysler tras un hipotético desfile en el anuncio de Ferrero Rocher ya fue. Lo más in para los neo ejecutivos de casual friday y para aquéllos que en vez de darse prisa con sus tareas “estimulan su capacidad proactiva”, es el brunch.
Un esnobismo como otro cualquiera, un mal llamado domingo de ociosidad e ingesta copiosa, una excusa para no sentirse culpable y vulgar tras un fin de semana grasiento y churretoso.
¿Deberé mantener mi postura hasta que venga el señor Ferràn Adrià con sus espumas y deconstrucciones a sentar cátedra sobre este asunto diciendo que brunchear, aparte de fashion es saludable y por encima de todo, nutritivo?. A saber.
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