jueves, octubre 06, 2005

Go Angel Go!

A exactamente once días de la fecha de su lanzamiento no he encontrado el momento adecuado para exteriorizar mis conclusiones al respecto de la escucha del undécimo disco de estudio de Depeche Mode. Grupo del cual me considero ultrafan desde la tierna edad de doce años.
El precedente más inmediato de la actividad de la banda se remonta al año 2001. Fue “Exciter” una obra fallida en líneas generales, y dicha estimación fue respaldada de forma casi unánime por crítica y público.
Desde entonces Martin Gore y Dave Gahan, los dos cabezas visibles de la banda han tenido a bien el publicar sendos trabajos en solitario. “Counterfeit 2” y “Paper Monsters” respectivamente.
Pero no por ello, la expectación acerca de “Playing The Angel”, su nuevo disco, ha decrecido lo más mínimo entre sus numerosos seguidores.
Dicha expectación en cierta medida fue alimentada por el interrogante abierto tras el lanzamiento de “Exciter”, obra que apenas dejaba vislumbrar la continuidad de la trayectoria de la banda.
Y con estos antecedentes ya estamos próximos en fecha al lanzamiento de este “Playing The Angel”, de cuya portada en este humilde weblog ya dimos buena cuenta aquí.
Pero como ustedes imaginarán no nos limitaremos simplemente a eso, así que una vez degustado el envoltorio, les invitamos a hacer lo propio con su contenido.
Porque remitiéndonos al cada vez menos prolífico devenir de los gurús de la electrónica musical, estas cosas no suceden cada año… ni cada dos siquiera.
“A Pain That I’m Used To” abre el disco de forma estridente, como en su día lo hizo “I Feel You” en “Songs Of Faith And Devotion”. Como apreciación personal, en el fondo instrumental percibo cierta letanía que me evoca significativamente al tema principal de “Blade Runner”.
Hecho este inciso, es un comienzo enérgico con estribillo contundente. Calentando motores.
“John The Revelator”: Gamberrada electrónica. Travesura en clave de blues en la que Dave Gahan se sumerge en un híbrido entre Mesías del Rock y telepredicador. Dado su carisma, cumple con creces siendo su interpretación de lo más creíble.
Para escuchar con buena predisposición y de forma poco analítica, dejándose soprender. Ellos se lo pueden permitir.
Hacia el final advierto un muy sutil guiño a "World In My Eyes" (¿Se auto homenajearán acaso o a eso se le llama falta de ideas?).
“Suffer Well": Base rítmica a la usanza de “A Question Of Time”. Sinceramente, no esperaba que la aportación compositiva del señor Gahan estuviera a la altura.
Canción sin altibajos de fácil escucha, para los que añorábamos el sonido característico de la banda.
“The Sinner In Me”: Primera incursión oscura del álbum, aunque ciertamente inconexa. ¿Dónde está el estribillo?. El tratamiento de las guitarras me recuerda poderosamente a Nine Inch Nails.
“Precious”: Excelente elección como primer single. Canción accesible y pegadiza, no por ello descuidando el componente sobrio, melancólico y sofisticado que la caracterizan para bien. No obstante, estamos ante una pieza dinámica y maleable a la hora de ser remezclada para sus pertinentes versiones de baile, que las habrá.
“Macrovision”: Sugestiva y fluctuante balada cantada por Martin Gore. Nunca he sido muy partidaria de las canciones interpretadas por este señor, pero en esta ocasión me ha sorprendido con este devaneo onírico.
La sombra de Nine Inch Nails planea de nuevo. Las guitarras del cierre hablan por si solas.
“I Want It All”: Difusa, cansina. La tonadilla del final acaba de rematarla. En mi opinión, el tema más flojo del disco.
“Nothing’s Impossible”: Sin duda alguna, la mejor canción del disco. Siniestra, terrorífica y maquinal. El uso del vocoder enfatiza más dichas características, pero lo que más impacta es esa guitarra, a buen seguro deudora del estilo Ry Cooder. Excelente.
“Introspectre”: Hipnótico interludio instrumental. ¿Diríase un mantra o acaso ya hay quien opina lo mismo que yo?: No la escuchen de noche y a oscuras, parece como si de un momento a otro fuera a aparecerse la niña de “The Ring”.
“Damaged People”: Manifiesta reminiscencia a la primera época de la banda en la más rancia tradición Gore. Sieeeempre tiene que incluir alguna de esas baladas que tanto gusta de interpretar con su estilo por mi bautizado como “niño prodigio”, dada su denterosidad.
Es inevitable, se me ve el percal y además soy de ese tipo de seguidor@s que nunca se cansarán de reivindicar a Alan Wilder, personaje que merece un post aparte. Ya no un post, ¡Directamente un manifiesto!.
Dicho esto, prosigamos con “Lilian”: Canción trivial de sonido ochenteno, bailable y bastante pegadiza. De escucha agradable y muy bien ubicada en el track list. A estas alturas, dinamiza el carácter opresivo e intimista de la obra.
“The Darkest Star”: Lúgubre, épica y excesivamente larga. Sus matices de piano no dejan de recordarme a “Pimpf” e incluso a ciertas composiciones de Philip Glass. Para regocijo de los fans super-mega-incondicionales, entre los que no me cuento.
Y como “bonus track”, y ya que también obra en mi poder pasaré a comentarles la primera cara B del single “Precious”.
Se titula “Free”, de claro talante electrónico y con un poderoso estribillo.
Una convincente interpretación de Gahan que queda un tanto desdibujada por el empeño gutural de Martin Gore a los coros. ¡¡Por Dios, por Toth o por Alá: Que alguien le diga a este hombre que se calle y se limite a componer!!.
Y digo esto sabiendo que no pocos fans de afectadísima actitud estarán en desacuerdo conmigo. No obstante al disco le daremos un 8’5, porque ciertamente me ha gustado.
Por mí que no quede.